
Por Alejandro Barañano
A tan solo 72 días de las votaciones, y en donde se supone que el Partido Revolucionario Institucional tendría una gran oportunidad para recuperar su poderío en Baja California Sur, parece que sigue una ruta que no necesariamente lo conducirá a la victoria el próximo primero de julio; más bien pareciera que está decidido a perder.
Muestra de ello es lo que ha pasado en los últimos días, al registrarse una serie de renuncias en las filas priistas de cuadros que aspiraban a candidaturas, incluyendo a quienes ya se las habían ofrecido o que contaban con el mejor posicionamiento en su demarcación, pero al modo, se impuso el gen del dedo del nefasto Isaías González Cuevas.
Es más, hasta los antiguos aliados como lo fueron el Partido Verde Ecologista de México o el Partido Nueva Alianza decidieron correr su suerte solos, y para colmo, hasta miembros destacados del sector empresarial que siempre habían manifestado simpatía por el instituto tricolor encontraron espacios ni más ni menos que en MORENA.
Ahora cunde el desencanto no solo en La Paz sino incluso en Los Cabos que se supone era el bastión de la aberrante CROC, y todo porque la cúpula todopoderosa les jugó chueco a personajes como Marbella González, Marisela Spíndola, José Martín Talamantes Geraldo o Manuel Palos por señalar algunos nombres, y que a varios de ellos hoy ya les llueven ofrecimientos de otros partidos.
Hasta priistas del viejo cuño están vislumbrando irse del PRI, y eso es para que se pongan a pensar y porque no, hasta para preocuparse en serio al interior de las huestes tricolores.
¿Qué de qué tamaño es el boquete causado por las renuncias de militantes en el PRI? Pues solo basta echar un vistazo a los partidos Acción Nacional, Verde Ecologista, Nueva Alianza e incluso MORENA y analizar las listas a las alcaldías, planillas de regidores y diputaciones locales para dimensionar cuántos priistas a los que se les han negado oportunidades de participación han emigrado a otras fuerzas.
Así el vetusto, arcaico y senil de Isaías González Cuevas –sin dejar de lado a su “asesor de cabecera” Raúl Antonio Ortega Salgado, conocido en el bajo mundo con el mote de“El Chorizo”- demuestra que como político es un mero intestino y que todo lo que pasa o toca lo acaba haciendo simplemente escoria.
Y sino a las pruebas me remito. Por ejemplo, en la planilla al Cabildo de La Paz se sirvieron con la cuchara grande –como acostumbra el disque “líder nacional” de la CROC- y no le dejaron nada al candidato José Hevia Aguiar, ya que las primeras posiciones debieron ser ocupadas por verdaderos priistas con trayectoria, y no por un puñado de desconocidos y otros incluso sin pertenencia como es el caso del primer regidor Pedro Barroso Agramont, quien por un simple berrinche y amenaza directa de su hermano, el todavía senador Ricardo de mismos apelativos, tuvo que ser enquistado en la primera posición.
O que decir de la segunda regiduría en favor de Iris Celina Álvarez, hija de Ernesto Álvarez Gámez, delegado federal de la Secretaría del Trabajo y esquirol que le reporta directamente al octogenario de Isaías González Cuevas; y lo que es grave, que como priista no le aporta nada al tricolor pero si dejó de manifiesto que esa posición la otorgaron gracias a la ambición que posee.
Otro caso similar es la posición edilicia otorgada a Ramón Alvarado Higuera, quien quiere seguir colgado de la ubre presupuestal y que no le suma gran cosa al PRI, esto a pesar que ya fue diputado local sin pena ni gloria; que ya fue regidor sin dejar nada bueno que contar; que buscó con ahínco ser delegado federal de SAGARPA y que se quedó con las ganas, y que todavía dice dirigir la Confederación Nacional Campesina en Baja California Sur y que al portar su típico sombrero de vaquero busca reflejarse como hombre del campo.
Si todo esto no fuera suficiente, vayamos a la sexta posición donde aparece Belén Elisa Vega Robinson y como su suplente una recalcitrante perredista de nombre Georgina Martínez Mayoral; o para rematar la séptima regiduría que se la dan a un trabajador del IMSS que responde por el nombre de Marco Antonio Guluarte Ceseña. Así las cosas, no más, no menos.
Por eso es desconcertante que hoy en día uno de los sectores que empleaba el Partido Revolucionario institucional en las elecciones y que siempre sirvió como mapaches, para dotar de funcionarios de casillas, integrar también grupos de choque y que hasta recogían credenciales de elector comienza desmoronar al instituto tricolor, y para quien lo duce la ruptura entre la CROC y el PRI es un claro signo de ello, y como todo indica que todo esto será un fiasco, mejor quien esto escribe seguirá BALCONEANDO. . .